Pastel Antonieta… como el pastel Carlota, pero sin limón… El texto es una reflexión de lo que significa una Revolución, comparando aquéllas que, al menos en México, son las grandes Revoluciones: ya sea por la influencia que la americana y la francesa tuvieron en nuestra historia o porque la nuestra influyó en la rusa y la cubana.
El hecho de usar la figura de Antonieta Rivas Mercado12 para el texto (y para las imágenes de la cocina y el cartel “Qu’ils mangent de la brioche”) podría ser polémico por querer explotar el nombre de una de las mujeres más influyentes de la historia de México, pero habré de usar mi derecho de parentesco para tal acto.
El texto busca concientizar sobre lo terrible que son las guerras (en este caso particular, las Revoluciones) y que lo mejor sería evitarlas, pues lo único que se logra es derramar la sangre del inocente, además de desestabilizar económica y socialmente a un pueblo entero. Una de las cosas más negativas es que se benefician los peores actores políticos posibles, creando relatos y propagandas nauseabundas.
Lamentablemente, nuestros políticos —la leche totalmente echada a perder después de 100 años de gobierno del PRIANRENA, pues todos son los hijos de la revolución— parecen estar forzando otro conflicto al darle al pueblo impuestos draconianos, sueldos exiguos y menor poder adquisitivo. En tanto, los políticos, de la mano de un puñado de oligarcas, disfrutan de lujos, evasiones fiscales, tratos con grupos delictivos para controlar a los rivales y a la población. Eso sí: han querido enfrentar a la harina contra el azúcar (fifís vs. chairos, ricos vs. pobres).
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“He esperado con paciencia el día en que el pueblo mexicano estuviera preparado para seleccionar y cambiar su gobierno en cada elección sin el peligro de revoluciones armadas y sin estorbar el progreso del país. Creo que ese día ha llegado.”
Porfirio Díaz, entrevista con James Creelman
El Pastel se reparte.
Rafael Arce