“Hay azules que se caen de morados”, dice un verso de Carlos Pellicer. Así es la belleza: una ilusión de límites difusos y de transiciones sin sentido. A veces seductora, casi siempre altiva, la belleza cansa y, después de un rato, exigimos otra cosa: desorden, disonancia, ruptura… fealdad, quizá.
Por: Adriana Pérez 1
Media noche, a oscuras. Nueve semanas pensando en “la belleza”.
No puedo. Me cansa el ritmo, la uniformidad, la armonía. En cambio, disfruto la disonancia, la nota que se sale del renglón. Prefiero el día lluvioso, el cielo rojo, la casa en ruinas, el corazón roto.
Me aburre la belleza. Me marea pensar en proporciones, en estética, en lo “bonito”.
Amaría decir que la belleza no existe; sin embargo, están los matemáticos, la teoría, los grandes maestros que lo respaldan: hay belleza.
O no.
O más bien hay ilusión(es).
El cielo es… azul/rojo/naranja/negro ¿morado?
Azul.
¿Es?
¿Importa?
Igual floto perdida. Igual gira.
Lo que debería ser no es. Pero, ¿por qué debería? En los lagos flotan edificios, en las grietas nace la hierba, en el suelo duerme un vagabundo. ¿Qué es real? ¿Qué es bello? ¿El cielo es azul? ¿Qué es?
Vivo en una realidad fantasiosa donde los límites se decoloran, la tierra se hunde y los mares se secan.
La luna sale de día y el amanecer no decide su color.
Tres tazas de café, igual no puedo escribir.
Me siento perdida, flotando entre cielos irreales en el sueño de alguien más, corriendo entre piedras de mentira(s), buscando un azul tan azul que no se puede mirar.
He decidido vivir en la disonancia, buscando la estridencia de la rareza. Quizás esa es la realidad o quizás la ausencia de, pero es que nada me hace sentido. La lógica me parece absurda, fácil, banal.
Ya no trato de entender, en cambio contemplo —¿dormida? ¿Despierta?— y me doy cuenta de que morimos un poco cada día. Y es que en cada amanecer se me va un aliento. Me desvanezco un poco más.
No sé qué veo, no sé si veo, si vivo o sueño…
No sé quién soy.
No sé si existo.
Voy flotando del azul al morado y me desvanezco de a poquito.
Quizás la ilusión soy yo.
- Arquitecta y escritora. ↩︎
Nota sobre las imágenes: todas las fotografías del artículo son propiedad de la autora.