En febrero de 2024, la artista Triana Parera1 concedió una entrevista a Formas Nómadas. Después de traspasar tres esclusas, llegamos finalmente a su imaginario, donde anida, entre otras cosas, la noción de lo sagrado. Pero el cuarto parece vacío. Intrépidamente, Triana sonríe y nos explica que esa es su virtud: colmar presencias, plasmar cosas que no existen.
Por: Formas Nómadas
Acto I. En el que hay un comienzo formal y rígido —cosa lógica: la persona de la revista y la entrevistada se acaban de conocer hace menos de tres minutos—. [Vaya al acto IV si quiere conocer una forma de lo sagrado y su curioso desenlace].
Formas Nómadas (FN): Durante la década pasada, noté cierta desatención por la pintura, pero creo que el interés ha resurgido actualmente. ¿Notaste algo similar?
Triana Parera (TP): No precisamente se desatendió, pero, actualmente, ha habido una especie de boom de artistas que están volviendo a la pintura. No dejó de haber gente que pintara, sino que comenzó a haber una serie de propuestas nuevas. Se empezaron a hacer cosas diferentes, de acuerdo con el contexto en que estamos. Creo que, por eso mismo, se le empezó a poner atención de nuevo.
FN: ¿A qué se debe?
TP: El mundo lo fue empujando: el boom de las redes sociales, el internet, la inteligencia artificial. Todas esas cosas abrieron la posibilidad de crear imágenes desde otro punto de vista que no se podían tener antes porque no existían esas visiones.
FN: El arte está en cambio constante, ya sea para alejarse y romper con una época o para refinar un movimiento. Actualmente, ¿cuáles son tus rupturas y cuáles tus continuidades?
TP: En mi caso, creo que no va de acuerdo con un movimiento específico. Ahora las cosas suceden muy rápido. Antes un movimiento duraba 10, 20, 30 años. Ahora una tendencia se va en dos meses o tres. Entonces, es difícil hablar de una ruptura o una continuidad. Para mí, es algo más personal.
FN: El artista moderno está siempre en búsqueda de algo más: difícilmente acepta quedarse en lo mismo toda su obra —en su caso, es muy reprobado por la crítica—. Desde tu perspectiva, ¿en qué momento tomas la decisión de que necesitas cambiar algo de tu expresión?
TP: Yo creo que no te puedes quedar en lo mismo porque la vida no es la misma siempre. Para mí, el arte y la vida van de la mano. Entonces, quedarse en lo mismo es quedarse en una zona muy cómoda en la que ya no hay exploración de nada. Los proyectos mismos te van diciendo: “hasta aquí”. Y tienes que poner atención a eso.
FN: Durante una entrevista en una galería, cuentas una anécdota sobre tu infancia: cuando te encerraste en un clóset para dibujar. Curiosamente, encuentro en el arte mexicano —Luis Barragán, Carmen Mondragón, por ejemplo— cierto encierro: siempre hay algo que no termina por revelarse completamente. ¿Reconoces algo así en tu arte?
TP: Creo que es algo que he hecho continuamente. De esa forma puedes encontrar una postura propia. Es el momento conmigo: no uno, sino varios momentos que definen qué quiero hacer y qué quiero representar. Si no, no habría claridad ni cuestionamiento. Sería hacer por hacer.
Fuente: Triana Parera, “Pintura”, https://www.trianaparera.mx/pintura.html, consultado el 1 de abril de 2024.
Acto II. En el que comienza a relajarse el ambiente, pero aún es estéril la conversación.
FN: Octavio Paz sugirió preguntarle a cada artista por su definición de paraíso para explicarse las formas que asume su obra. ¿Cuál es tu paraíso?
TP: Ese momento en que no existo. Me convierto en algo más que está conectado con el quehacer. No sé si me explico.
FN: ¿Un éxtasis?
TP: No, ni siquiera me doy cuenta. Es como algo que he buscado desde que me di cuenta de que existía: empiezo a trabajar y, de repente, hay una desconexión total de lo que se supone que es y no es. Llego a otro espacio en el que no existe la conciencia. Sólo es hacer y salir de ahí y pensar: “uta [sic] ¿quién hizo esto?”.
FN: Tu cambio de técnica va acompañado de un cambio de tema: con el grabado, parece que tiendes más a la superposición de elementos (de cierto modo, a la monstruosidad); con la pintura al óleo, exploras el retrato. ¿Las decisiones en la técnica repercuten en las decisiones sobre el tema, o al revés?
TP: [Afirma sin titubear.] El tema repercute en la técnica siempre. Cuando ya sé qué es lo que quiero representar, la técnica surge. A veces quiero decir algo, pero ya sé que la técnica no va a jalar para eso. Entonces, hay que buscar la técnica adecuada. Como artista no puedes decir: “yo soy pintor” o “yo soy grabador”. Más bien es: “uso técnicas para representar lo que quiero representar”.
FN: El retrato es quizás uno de los acercamientos más íntimos en la pintura, no sólo en términos espaciales, sino mentales: un buen retrato logra plasmar algunos atributos psicológicos de la persona. ¿Qué interés particular tienes con los retratos? ¿Por qué los has explorado tanto?
TP: El tema de la serie Tres segundos era captar esos momentos en que la estructura de la conciencia de un ser humano cambia. Ese momento en que se desarticula todo para volver a articularse. Me pareció que la manera con que yo podía representar eso era con una superposición de rostros. No lo tenía muy claro desde el principio, más bien fue surgiendo: ¿qué era lo que estaba pasando en mi pintura? Hay veces que hay una claridad de inicio, pero, otras veces, vas descubriendo lo que estás haciendo en el quehacer mismo.
Fuente: Triana Parera, “Pintura”, https://www.trianaparera.mx/pintura.html, consultado el 1 de abril de 2024.
Acto III. En el que se rompe la estructura y Triana Parera empieza a darse cuenta: miran de reojo a lo sagrado, aunque desde su perfil monstruoso.
FN: En tu discurso, usas la palabra movimiento de forma metafórica para indicar cambio o transformación. Sin embargo, en tu pintura ese movimiento se vuelve literal. De alguna manera, ¿vas construyendo tus símbolos desde el lenguaje?
TP: [Tajantemente.] No.
FN: En otras entrevistas, has hablado sobre tu interés por el cambio: el tránsito de un estado al otro de los individuos. En ese sentido, la noción sobre el cambio implica, a su vez, una noción sobre el tiempo. ¿Ese interés no es, más bien, una preocupación por el tiempo?
TP: [Empieza a perder la paciencia.] Pues no, son cosas aparte. No son cuestiones que les haya puesto mucha atención. El movimiento y el cambio llevan tiempo, pero no es que yo haya tenido un interés particular por ese tema: en su caso, me dedicaría a otra cosa.
FN: A la física…
TP: Exacto [ríe]. Es una cuestión que surge en el quehacer, y eso es lo maravilloso de las artes plásticas: se pueden crear conceptos a partir de la plástica, y no al revés, diría Deleuze.
FN: De igual modo, he notado una intención por desmarcarte del cubismo, pero… [no termina la pregunta].
TP: [Se incomoda e interrumpe.] ¿¡Cómo!?
FN: [Piensa que estropeó el momento. Trata de arreglarlo.] Me refería: quitarte la etiqueta del cubismo. [Acompaña la frase con un ademán: simula que tiene una etiqueta en su frente y se la quita vigorosamente.]
TP: ¡No! [Se carcajea.] ¡Cómo va a ser! ¡El cubismo fue hace un montón!
FN: Lo digo porque considero que hay ciertas confluencias, por ejemplo: el cubismo usa al individuo para explorar al tiempo y, en tu caso, usas al tiempo para explorar al individuo.
TP: Creo que esa es una interpretación muy personal tuya. [Acentúa el adverbio.]
FN: [Sólo le queda hacer una risa fingida.] Jeje…
TP: Sí, o sea, al final, yo no podría decir que soy cubista en el 2024…está cabrón. ¡No tiene sentido!
FN: [Insiste en arreglarlo. Está nervioso: titubea.] No, decía: alejarte de todo eso, que no te encasillaran en ese concepto…
TP: Pues es que aquél que encasillara hoy a alguien dentro de una vanguardia que pasó de 1930 a 1960 sería como… ¡pues no! O sea, ¡no se puede! No tiene sentido.
FN: [Cambia de tema, en un intento por recuperar el aplomo.] Finalmente, entramos a un último momento. Los monstruos siempre nos revelan algo de la sociedad que los piensa. Los monstruos tienen la función de dar forma a nuestras represiones, temores, deseos, delirios. ¿Qué intrigas del mundo actual revelan los monstruos de Triana?
TP: Creo que, en la exposición de Todo lo que brilla es oro, es bastante claro. No había nada escondido. Si tomamos en cuenta que fueron 19 monstruos y un espejo, fue como afirmar: “tú también eres parte”. ¿Qué era lo que revelaban? Estos hábitos y costumbres que de repente queremos negar, por ejemplo: la víbora que está cargando su propia cruz representa ese hablar de otros, ese juzgar a los demás en esta onda muy mocha; o una rata con tacones que se pisa su propia cola, porque es claro que a una rata —aludiendo al ladrón— lo van a tumbar solito. Y pues, así, cada uno de los monstruos tenían ese tipo de críticas que, al final, eran muy evidentes. Muchos de los espectadores querían negar que existe esa realidad, pero es bastante clara.
Fuente: Triana Parera, “Gráfica”, https://www.trianaparera.mx/grabado.html, consultado el 1 de abril de 2024.
Acto IV. En el que se pierde la formalidad: encuentran, finalmente, lo sagrado.
FN: El número actual de Formas Nómadas se pregunta sobre lo sagrado. Vemos, entre tus obras, particularmente dos composiciones que exploran el tema: la víbora atada a una cruz y un ser quimérico que lleva el atuendo de la Virgen de Guadalupe. ¿Cómo… [no termina de hablar].
TP: [Interrumpe y pega en la mesa.] ¡Un león virgen transexual! ¡Hay que decirlo!
FN: [Retoma la pregunta.] ¿Cómo interpretas a lo divino o lo sagrado en tu arte?
TP: [Repite la pregunta para sí, con un dejo de ironía.] ¿Cómo interpreto a lo divino o lo sagrado? Creo que en la exposición Todo lo que brilla es oro es una especie de burla, pero no a lo divino y lo sagrado, sino a lo que nos han dicho que es divino y sagrado…
FN: A la institucionalización…
TP: Exactamente: religiones, etcétera. Creo que en la serie de Tres segundos fue lo que quise representar sin querer: ese momento en el que hay una conciencia de sí y que esa divinidad no está afuera, sino adentro de cada ser humano. Es ahí donde existe el verdadero sentido de ser. Creo que, si tuviera que relacionarlo con lo sagrado, serían esos momentos: si no estás atento, ni siquiera te enteras de que existen. No es algo permanente, es algo que sucede y que, si no le pones atención, ya valió.
FN: En tu imaginación, ¿qué formas adquiere lo divino?
TP: Prefiero dejarlo sin formas.
FN: Okey… [piensa en algo ocurrente]: ¿formas nómadas?
TP: Jeje…ándale. Para mí, casarse con una imagen… no, no podría. Justamente: creo que hay imágenes que se han quedado en mí, pero que no son permanentes.
FN: ¿Qué imagen se ha quedado en ti de lo sagrado?
TP: Te digo que todo el tiempo está cambiando. No te podría decir: “esto y esto y esto y esto”. Sería quedarme casada con una imagen. Como si te dijera: “Cristo”. Pues no: es algo que está mucho más allá de la vista, del olfato…es algo que sólo se experimenta, que se representa con la experiencia. No es algo físico tal cual.
FN: Una pregunta un poco capciosa: ¿el hecho de plasmarlo no es darle una forma a eso muy etéreo que siempre está cambiando?
TP: Pues creo que ese es el trabajo del artista: plasmar cosas que no existen.
FN: Pero, entonces, a fin de cuentas, sí toma una forma lo sagrado, lo divino…
TP: [Quiere terminar. Decide ponerle punto final a la discusión.] Pues no, porque, entonces, haría una sola obra, ¿no?
Fuente: Triana Parera, “Gráfica”, https://www.trianaparera.mx/grabado.html, consultado el 1 de abril de 2024.
- Para conocer más sobre el trabajo de Triana Parera [@trianaparera], véase:
https://www.trianaparera.mx/ ↩︎