SUSCRÍBETE

Formas del erotismo: deseo, placer, sexo

Número 4 (junio 2025)

Entre umbrales más o menos definidos, cada sociedad amolda su energía sexual a una estructura y dicta a sus integrantes cómo ajustar deseos, conductas y contenciones. De las manifestaciones más sutiles a las más estridentes, o de las más cotidianas a las más insólitas, el erotismo fluye entre un rango de posibilidades que enlazan símbolos y sensaciones muy variados. La escisión entre lo permitido y lo inadmisible se vuelve entonces patente. Debatir sobre erotismo siempre despliega, en algún sentido, una discusión sobre límites: un acto de reflexión que nos lleva a pensar la libertad que tienen las personas para construir su propio placer, así como los obstáculos que se interponen entre su deseo y las maneras de transformarlo en gozo. Ante esos márgenes, nadie es indiferente: ni quien castiga ni quien recompensa.

Pero el erotismo es más que una cuestión de límites: es, sobre todo, un programa de sensaciones, una estética con que lo colectivo se hace presente en el individuo. Por eso la experiencia erótica de la persona refrenda una lectura de la época y la cultura a las que pertenece. La capacidad para percibir algo como placentero no es menos social que individual, ni es menos mental que corporal. El placer erótico se vuelve, de ese modo, un acto político: por medio de las licencias y privaciones que se imponen al cuerpo, igual que a la mente, el individuo dialoga con la sociedad que lo rodea. El erotismo es una cartografía del mundo cifrada en nuestro cuerpo…sólo que ese mundo es muy vasto y nunca se termina de conocer.

SUSCRÍBETE
Sólo te notificaremos cuando se publiquen números nuevos o artículos especiales.